El Clima y la Economía

La crisis climática, la pérdida de biodiversidad y el empeoramiento del deterioro ambiental están directamente relacionados con nuestros sistemas económicos. Así es como ocurre:

En el mundo actual, el éxito de una nación a menudo se mide con un único criterio: el del tamaño de su economía. Esta medida, conocida como Producto Interior Bruto (PIB), se ha convertido en la forma dominante de evaluar la salud y el progreso de un país. Sin embargo, basarse únicamente en el PIB como medida del éxito no logra captar el panorama completo del bienestar social y la sostenibilidad ambiental.

Desde mediados del siglo XX hemos visto un aumento significativo del PIB en todo el mundo pero, lamentablemente, este crecimiento económico ha tenido un coste considerable tanto para las personas como para el planeta. Estamos siendo testigos de consecuencias alarmantes como el calentamiento global, el derretimiento de los casquetes polares y los glaciares, el aumento del nivel del mar, el incremento en la temperatura y acidificación de los océanos, el aumento de las emisiones de CO2 y de gases de efecto invernadero y los fenómenos meteorológicos extremos.

Necesitamos reconocer el coste real de hacer negocios

Un dato: Si se tomara el balance de las principales empresas del S&P 500 y se observara su balance desde una perspectiva ecológica, el 70% estaría en quiebra.

El objetivo principal de la economía actual es crecer y obtener ganancias; y el hecho de extraer los recursos del planeta sin pagar su coste real y sin regenerar estos recursos ha sido inmensamente rentable. Los gobiernos continúan subvencionando los combustibles fósiles, aportando hasta 5,9 billones de dólares, más del doble de las inversiones necesarias para mantener el crecimiento de la temperatura del planeta por debajo de los 2 grados centígrados, como exigen los acuerdos de París.

Nuestro sistema económico se ha vuelto antieconómico y está socavando nuestra salud planetaria, pero tenemos una opción. En su momento diseñamos nuestra economía de esta manera, pero podemos optar por organizarla de manera diferente.

La medición del éxito requiere ir más allá del PIB hacia indicadores y medidas de bienestar. El PIB no considera los impactos de la economía (cambio climático, pérdida de biodiversidad, contaminación). Las necesidades de la Naturaleza deben ser centrales y  medirse mediante la capacidad de la economía para valorar, restaurar y proteger nuestro entorno natural y las especies con las que cohabitamos en el planeta.

Las Economías del Bien-Estar reorientan la economía hacia el bienestar humano y ecológico y la alejan de la maximización de ganancias por sí misma. La verdadera contabilidad de los costes ayuda a reducir las inversiones dañinas (combustibles fósiles). La transformación de las finanzas puede expandir los objetivos sociales y ambientales orientados a un propósito, por ejemplo como ocurre con el Fondo de Bienestar Social de Noruega.

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Las Economías del Bien-Estar analizan las causas sistémicas del cambio climático en los sistemas económicos y diseñan la economía de una manera que impida que se produzcan daños en primer lugar. Las economías más circulares y regenerativas eliminan los desechos y la contaminación, mantienen los productos y materiales en uso por más tiempo y regeneran los sistemas naturales.

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